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Un aneurisma cerebral (también llamado aneurisma intracraneal o aneurisma cerebral) es un área protuberante y debilitada en la pared de una arteria en el cerebro, que produce ensanchamiento o distensión anormal. Debido a la existencia de una zona debilitada en la pared de la arteria, existe riesgo de ruptura (estallido) del aneurisma.
Por lo general, un aneurisma cerebral se produce en una arteria situada en la parte frontal del cerebro que provee sangre rica en oxígeno al tejido cerebral. Cualquier arteria cerebral puede desarrollar un aneurisma. Una pared normal de una arteria consta de tres capas. La pared del aneurisma es fina y débil debido a la pérdida o ausencia anormal de la capa muscular de la pared de la arteria, con lo que sólo quedan dos capas.
El tipo más común de aneurisma cerebral se denomina aneurisma sacular o baya y representa el 90 % de los aneurismas cerebrales. Este tipo de aneurisma se asemeja a una “baya” con un tallo estrecho. Puede haber más de un aneurisma presente.
Los otros dos tipos de aneurismas cerebrales son el fusiforme y el disecante. Un aneurisma fusiforme sobresale por todos lados (en forma de circunferencia). Por lo general se lo asocia con la aterosclerosis.
Un aneurisma disecante puede producirse por un desgarro a lo largo de la capa interna de la pared de la arteria, lo que permite el ingreso de sangre a las capas. Esto puede distender un lado de la pared de la arteria o puede bloquear u obstruir el flujo sanguíneo a través de ella. Los aneurismas disecantes pueden producirse por lesiones traumáticas o pueden producirse en forma espontánea. La forma y la localización del aneurisma pueden influir en el tipo de tratamiento.
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La mayoría de los aneurismas cerebrales (90 %) se presenta sin síntomas y tiene un tamaño pequeño (menor a 10 milímetros o con un diámetro menor de 4/10 de pulgada). Los aneurismas más pequeños tienen un riesgo de ruptura menor.
Aunque un aneurisma cerebral puede ser asintomático, el síntoma inicial más común de un aneurisma cerebral sacular es un dolor de cabeza repentino producido por una hemorragia subaracnoidea (HSA). La HSA sangra en el espacio subaracnoideo (el espacio que existe entre el cerebro y las membranas que lo recubren) y no en el tejido cerebral. Las hemorragias subaracnoideas de menor tamaño suceden más frecuentemente luego de un traumatismo de cabeza. Las hemorragias subaracnoideas de mayor tamaño se producen más frecuentemente por la ruptura de un aneurisma cerebral sacular (80 %). Un dolor de cabeza de cabeza repentino asociado con una HSA constituye una emergencia médica.
El aumento en el riesgo de ruptura de aneurisma se relaciona con los aneurismas mayores a 10 milímetros (menor a 4/10 de pulgada) de diámetro, en una localización dada (circulación posterior en el cerebro) y/o una ruptura anterior de otro aneurisma. La ruptura de un aneurisma cerebral está asociada a un riesgo de muerte significativo.
Los derrames cerebrales hemorrágicos suceden cuando se produce la ruptura de un vaso sanguíneo que abastece el cerebro con la consiguiente hemorragia. Cuando una arteria sangra dentro del cerebro, las células y los tejidos de éste no reciben oxígeno ni nutrientes. Además, aumenta la presión en los tejidos circundantes y se produce irritación e hinchazón. Cerca del 20 % de los derrames son causados por una hemorragia.
El aumento en el riesgo de ruptura se relaciona con los aneurismas mayores a 10 milímetros (menor a 4/10 de pulgada) de diámetro, en una localización en particular (circulación posterior en el cerebro) y/o una ruptura anterior de otro aneurisma. La ruptura de un aneurisma cerebral está asociada a un riesgo de muerte significativo.
En la actualidad, no se conoce con exactitud cual es la causa del aneurisma cerebral. Los aneurismas cerebrales se asocian a distintos factores, entre otros, el hábito de fumar, la hipertensión arterial y los antecedentes familiares (genética). La causa definitiva de un aneurisma cerebral está constituida por un cambio degenerativo (descomposición) anormal (debilitamiento) de una pared arterial y por los efectos de la presión de las pulsaciones sanguíneas que es bombeada por las arterias cerebrales. Algunas localizaciones de un aneurisma pueden ejercer una gran presión sobre el mismo aneurisma, como en una bifurcación (donde la arteria se divide en ramificaciones menores).
Los factores de riesgo heredados asociados con la formación del aneurisma incluyen, entre otros, los siguientes:
Los factores de riesgo adquiridos asociados con la formación del aneurisma incluyen, entre otros, los siguientes:
Un factor de riesgo es todo aquello que puede aumentar la probabilidad que tiene una persona de desarrollar una enfermedad Puede tratarse de una actividad, como fumar, de la alimentación, de los antecedentes familiares o de muchas otras cosas. Cada enfermedad tiene factores de riesgo propios.
Si bien estos factores aumentan el riesgo de una persona, no son necesariamente la causa de la enfermedad. Algunas personas con uno o más riesgos nunca desarrollan la enfermedad, mientras que otros desarrollan la enfermedad sin tener factores de riesgo conocidos Conocer sus factores de riesgo de cualquier enfermedad puede orientarlo para adoptar las medidas apropiadas, como cambiar conductas o someterse a un control clínico para la enfermedad.
Una aneurisma cerebral puede pasar desapercibida hasta el momento de la ruptura. Sin embargo, en ocasiones los síntomas se pueden presentar antes de la ruptura debido a una pequeña cantidad de sangre que ingresa al cerebro llamada “cefalea centinela”. Algunos aneurismas son sintomáticos porque presionan estructuras adyacentes, como nervios del ojo. Pueden generar pérdida de visión o movimientos oculares disminuidos, incluso sin que se produzca la ruptura del aneurisma.
Los síntomas de un aneurisma cerebral sin ruptura incluyen, entre otros, los siguientes:
La primera evidencia de un aneurisma cerebral puede ser una hemorragia subaracnoidea (HSA), debido a la ruptura del aneurisma. Los síntomas que pueden presentarse junto con la HSA incluyen, entre otros, los siguientes:
Los síntomas un aneurisma cerebral pueden parecerse a los de otros problemas o afecciones. Siempre debe consultar a su médico para obtener un diagnóstico.
Un aneurisma cerebral a menudo se descubre luego de su ruptura o por azar durante exámenes de diagnóstico como una tomografía computarizada (TC), imágenes por resonancia magnética (IRM) o una angiografía realizados a causa de otros trastornos.
Además de un examen físico y de la historia médica completa, los procedimientos para el diagnóstico de un aneurisma cerebral pueden incluir:
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Su médico determinará el tratamiento específico para el aneurisma cerebral, de acuerdo con lo siguiente:
Según su situación, el médico le recomendará la intervención apropiada. Cualquiera sea la intervención que elija, el objetivo principal es reducir el riesgo de una hemorragia subaracnoidea, sea inicial o recurrente.
Se consideran muchos factores cuando se toman decisiones sobre el tratamiento de un aneurisma cerebral. El tamaño y la localización del aneurisma, la presencia o la ausencia de síntomas, la edad y la condición médica del paciente y la presencia o ausencia de otros factores de riesgo para la ruptura del aneurisma. En algunos casos, no se indica un tratamiento para el aneurisma, sino que se hace un seguimiento estrecho del paciente. En otros casos, puede indicarse un tratamiento quirúrgico.
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Existen dos tratamientos quirúrgicos primarios para el aneurisma cerebral.
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Una vez que se colocó el catéter en la posición correspondiente, se conducen espirales de platino muy pequeños a través del catéter hacia el aneurisma. Estos diminutos y suaves espirales de platino, visibles con la radiografía, toman la forma del aneurisma. El aneurisma con el espiral se coagula (embolización) y se evita la ruptura. Este procedimiento se puede realizar con anestesia general o local.